
La túnica “persa” puede contemplarse en las dependencias de la archicofradía.
Foto: Juan Pérez Cañete
Túnica «Persa»
Existen datos relacionados con la confección de una nueva túnica, que más tarde se conoció bajo la denominación de “túnica persa”.
El acuerdo para su elaboración debió tomarse hacia 1820 aunque no se alude a ella sino cuando a comienzos de 1823, la bordadora Francisca Gutiérrez Calderón reclamaba desde Écija el pago de su trabajo. Dada la escasez de fondos de la archicofradía, se acordó que para poder atender esta deuda se suspendiera la salida de las dos procesiones del viernes santo y que sólo se costease el santo jubileo.
El erudito doctor Francisco Antonio Tenllado redactó esta misma noticia del modo siguiente: 1820: Nuestro Padre Jesús tenía una túnica sumamente antigua cuyo año tenía bordado en el galón de abajo por delante y ya no se puede leer. Se le hizo otra, la cual sin embargo de ser riquísima, no gustaba y se hizo otra que es la actual con el mismo bordado que la vieja, que costó treinta mil y un pico de reales, teniendo los ángeles de oro, que la vieja tenía de seda y tiene este letrero bordado en oro por dentro: “En el año de 1820 siendo Hermano Mayor Dn. Vicente Cerrato, y Tesorero Dn. Rafael Ramírez. La bordó Dª Francisca de Paula Gutiérrez.
Esta túnica es de las más antiguas que se conservan en Andalucía.
Túnica «de las uvas»
Existe constancia de que en 1861 se encargó una nueva túnica para Jesús, confeccionada en Sevilla a instancias de Martín Chacón Fernández de Córdoba marqués de Campo de Aras, que se preocupó de recabar donativos con tal objeto. La bordadora percibió por su trabajo la importante suma de 39.500 reales de vellón. (Tenllado y Mangas, F. A. Legajo: “Conventos masculinos”. Archivo familiar Tenllado.)
A lo largo de la historia, está túnica sufrió varios cambios de terciopelo (un mínimo de tres) Así, en 1973, se traspasaron los bordados a uno de color morado rojizo oscuro, eliminándose la cola que tenía en esa transformación.
El último trabajo, abordado bajo el mandato de D. Eduardo Cortés entre los años 2011 y 2012, recuperó todo el esplendor de los magníficos bordados, encontrando D. José Antonio Moreno Bernal, encargado de los trabajos, que bajo los bordados existían tres capas de terciopelo, por haberse recortado los mismos en anteriores intervenciones. Así se encontraron dos capas burdeos (la de 1973 y otra anterior) y una más antigua de color morado. La junta de gobierno, con buen criterio, decidió devolver a la túnica su color original (o al menos al más antiguo conocido tras el hallazgo) Nuestro Padre reestrenó la túnica en el traslado extraordinario que realizó a la parroquia de San Mateo, junto a Mª Stma. de Araceli con motivo del 450 Aniversario de la llegada de nuestra patrona desde Roma. Fue el sábado 26 de mayo de 2012.
Dentro de este último proceso de restauración y traspaso de los ricos bordados a un nuevo terciopelo, se encontró en el interior de la túnica un trozo de papel, fechado en la ciudad de Málaga el 4 de abril de 1973 y firmado por Conchi P. C. y Lucía S. B. Estás dos señoras, a tenor de lo que en él se puede leer, fueron las encargadas en esa fecha de traspasar los bordados al terciopelo granate que habíamos contemplado durante treinta y ocho años. En la nota, estas dos señoras piden a Nuestro Padre “salud, suerte y trabajo para nuestra familia, los necesitados y nosotras”. A continuación, como nota anecdótica y en el contexto de la fecha en la que realizaron los trabajos, piden que el Señor de “salud a Franco, que está muy viejecito, que dure muchos años” Este curioso documento, tras ser reproducido digitalmente, fue de nuevo colocado donde sus dos autoras quisieron que permaneciera, dentro de la túnica del Señor.

Detalle del magnífico bordado de la llamada túnica “de las uvas”.
Foto: Juan Pérez Cañete

Detalle de los bordados del manto. Foto: Juan Pérez Cañete
Manto de las estrellas
Se anotan en las cuentas, que con fecha de 6 de abril de 1872 fueron abonados por el tesorero de la archicofradía José Aznar León a la priora del convento de san Agustín, la madre Joaquina del Santísimo Rosario, 5.688 reales que había invertido en terciopelo, galones, encaje y labor de la confección de un manto para María Santísima del Socorro.

Bambalinas y techo de palio negro de la Virgen del Socorro. Foto: Jesús Ruiz “Gitanito”
Manto, Palio y Bambalinas negras
También en 1972 se hicieron gestiones para pasar el bordado de la túnica “vieja”, elaborada en la segunda mitad del siglo XIX, a un nuevo terciopelo, así como para la confección de túnica y manto nuevos para la imagen de san Juan y la inclusión en las bambalinas del paso de la Virgen, de los escudos de la archicofradía y de Lucena.
El paso del bordado a un nuevo tejido fue desestimado por la junta el 21 de octubre del mismo año considerando que no sería en absoluto conveniente, pues según su opinión de técnicos (de los Sres. Roses, de Castellón) no sólo no se conseguiría una túnica buena para tal fin, sino que además se estropearían los bordados y el valor de la túnica vieja. Sin embargo, con posterioridad, este trabajo fue encomendado al taller malagueño del hijo de José Rodríguez, que también realizó el manto y las bambalinas del trono de la Virgen del Socorro y las vestiduras de san Juan, todo ello por 200.000 pesetas.
Para la semana santa de 1992 se había concluido el bordado del manto de Nuestra Señora del Socorro, realizado por la bordadora cordobesa Dª Francisca Aguayo y para el que habían servido de inspiración los motivos de la túnica “persa”. Su exposición al público se realizó el día del besapié de la imagen de Jesús, en la propia capilla y el estreno tuvo lugar el 17 de abril, viernes santo. A continuación, la junta encargó a la misma bordadora, la labor del palio del paso de la misma imagen por un precio próximo a tres millones de pesetas, estrenado en la semana santa de 1993.
La túnica de las rosas
La túnica de las rosas llegó a Lucena el 27 de noviembre de 2021, justo antes del Adviento, para engrandecer la devoción al Señor de las Espigas y revestirlo de majestad.
Llegó para convertirse en la túnica de salida del Señor en el siglo XXI aumentando el ya ingente patrimonio textil de la cofradía que, desde antaño, nos legaron nuestros antecesores: la túnica persa y la de las uvas, joyas del bordado en oro a realce.
A través de un anticuario llegó al taller un caftán otomano que, dada la profusión de sus bordados, estilo y calidad de ejecución, suponía un punto de partida perfecto para la adaptación y confección de una nueva túnica para la venerada imagen.
Gracias a una familia lucentina, la pieza fue adquirida para este fin, y. posteriormente, merced a la generosidad de un grupo de devotos, la prenda fue trasladada al taller para su estudio y adaptación,
Los motivos de ornamentación vegetal se desplegaban en las partes delantera y trasera, de forma simétrica, partiendo de un eje central de tallos, de los que emergían rosas de gran tamaño, así como pámpanos y azucenas que disminuían en medida a lo largo del bordado hasta el cuello.
Tras un exhaustivo estudio para obtener un resultado armónico, homogéneo, compacto y de gran riqueza, en su restauración se completaron, junto con los bordados antiguos, una gran cantidad de piezas de nueva factura, logrando engrandecer y unificar el conjunto.
En la túnica de las rosas llama inmediatamente la atención el número: el siete, número de la perfección y la plenitud, tanto que Dios bendijo el séptimo día y lo reservó como sagrado y enteramente dedicado a Él.
La túnica presenta siete rosas en la delantera y siete en la espalda: doble perfección. Alrededor del perímetro del bajo, cuello y mangas aparece una corona de espinas que delimita el conjunto, símbolo del sacrificio de Cristo por la redención del pecado. Espinas y rosas: no cabe más simbología.

Foto: Juan Perez