Jesucristo es la máxima expresión del Amor de Dios a los hombres y el camino por el que los hombres conocemos y llegamos a Dios. Ese Dios Creador y Señor de todas las cosas a quien nadie ha visto nunca, se ha hecho cercano, visible en la persona de Jesús y se ha manifestado como un Dios lleno de Amor y misericordia, lleno de bondad y paciencia, un Dios que está cercano a nuestros problemas y sufrimientos y que comparte con nosotros la vida de cada día y es esperanza de vida eterna.
En la bendita imagen de nuestro Padre Jesús Nazareno, el pueblo cristiano de Lucena durante siglos ha descubierto el rostro de Dios, pues al mirarle, no ven una escultura más o menos bella, sino lo que esta representa, que es la dulzura y el amor de Dios. Por eso le visitan con frecuencia en su Capilla, para contarle sus penas y alegrías, acuden cada Viernes a rezar el “miserere” e implorar su ayuda, cada Domingo de pasión acuden a recibir su bendición y cada Viernes Santo las calles de Lucena se convierten en un rio morado de hermanos y devotos que le acompañan en su camino hacia el calvario. En torno a esta imagen bendita la fe de los lucentinos ha crecido, se sostiene y mira al futuro creando mil tradiciones y vivencias que se trasmiten de padres a hijos como el mejor de los tesoros.
Como consiliario de su Archicofradía solo deseo que todos los que se acerquen a la Capilla de Jesús experimenten el amor infinito de Dios, crezcan en la fe y que se encuentren con su Salvador y Señor. Si esa fe es auténtica dará como fruto abundantes obras de apostolado y muestras concretas de amor fraterno y misericordia con los más necesitados.
María Santísima del Socorro nos enseñe a amar con sinceridad al Señor de Lucena y hacer siempre su voluntad.
¡Viva Jesús por Siempre!